Recuerdo haber leido en alguna historieta de FANTOMAS hace unos 35 años, una aventura en la que habia una maquina que inducia sueños al gusto en quienes la usaban. Uno podia soñar con ser un superheroe, un multimillonario, un rey, un gran piloto de autos, etc., y la maquina inducia el sueño en uno, previo pago de la tarifa en rigor.
Que es realmente el conocimiento?
Como es que lo adquirimos?
Que es lo que una persona conoce?
Como es que sabemos que sabemos algo?
Todas estas preguntas, y quizas muchas mas, pasaron por la mente de Robert Nozick, quien fuera uno de los filósofos mas prominentes en la decada entre los 70’s y 80’s.
Quizas haber nacido en el seno de una familia Judía, o haberse casado con una poetisa, quien seguramente le hizo ver el mundo desde una perspectiva mágica y única, lo llevo a interesarse y dedicar gran parte de su tiempo, a resolver enigmas relacionados con el libre albedrío, la identidad personal, el conocimiento, los valores y el significado de la vida.
Muchas calamidades afligen a mi tío Francisco, pero una de ellas ocupa lugar prominente: la angustia de no poder recordar algo en un momento determinado. Este algo puede ser una fecha, una palabra, un nombre, un acontecimiento cualquiera. La mayor parte de las veces es un dato sin importancia, pero que al escapar momentaneamente de su memoria se convierte en una verdadera obsesión que le ahuyenta hasta el sueño.
Lo peor del caso es que también ahuyenta el reposo del resto de la familia, a la que recurre – y a un círculo de amigos cada vez más reducido – para que lo ayuden a recuperar el vocablo.
Los ataques de amnesia parcial de mi tío suelen presentarse alrededor de la medianoche, cuando al resto de la humanidad le tiene muy sin cuidado recordar el apodo del segundo Borbón que reinó en España. Mi tio suele estar ya a punto de conciliar el sueño, cuando de repente el demonio verde de la duda le pregunta al oido cual es la capital de Nigeria.